Hoy vengo con una lógica algo distinta que publiqué en una revista de feria el verano pasado. Es una pequeña historia en la que se van sucediendo una serie de inconvenientes en el día a día que por supuesto se resuelven con lógica. Es muy divertida, espero que os guste. Y...a pensar!
-Elena, ¿te
vienes al bar?-gritó Minerva desde la puerta.
Sin pensarlo dos
veces cogí unas moneditas y nos dispusimos a recorrer el largo larguísimo
camino que hay desde mi casa al bar de Francis. No habíamos quedado con nadie,
pero al final siempre te encuentras con todos, y más aún siendo los días
previos a la feria, en los que el ambiente festivo ya se empieza a respirar.
Tomás, que
estaba de relaciones públicas hablando con unos y con otros, se echó la mano al
bolsillo y se dio cuenta de que…¡no tenía tabaco!
-“acho”, dame
uno-le dijo a Isidro.
-¿Es que no te
acuerdas que ya no fumo?-respondió Isidro- ¡Que soy un "tío sano"!
-¡Ay, es verdad!
Sacaré un paquete de la máquina…
Tomás se metió
la mano en el bolsillo y sacó una moneda que tenía de 2 euros. La introdujo una y
otra vez en la máquina, pero parecía que aquella moneda estaba algo defectuosa.
-Auxi, a ver si
puedes cambiarme esta moneda por otra de 2 euros, que la máquina no me la
acepta-le dijo Tomás a la camarera.
-Lo siento, no
tengo ninguna.
-¡¿Qué no tienes
ninguna?! Bueno, pues dame suelto.
-Pues tampoco
puedo, lo siento.
Tomás, que se
estaba poniendo ya algo nervioso, decidió tranquilizarse y pensó que tal vez
esto era una señal para que dejara de fumar. Debía seguir el camino de su amigo
Isidro.
Ensimismado en
sus pensamientos, le interrumpe Luismy:
-Shh, Tomás,
Tomásss!! A ver si me puedes prestar unos centimillos que se me ha olvidado la
cartera en mi casa- le pidió Luismy.
Tomás volvió a
meterse la mano en el bolsillo y sacó una moneda de 1 euro:
-Auxi, cámbiame
esta moneda de 1 euro-volvió a pedir Tomás.
-Lo siento Tomás,
pero tampoco puedo cambiártela. Ni siquiera podría cambiarte una moneda de 50
céntimos, ni una de 20 céntimos, ni una de diez céntimos.
-¿Cómo va a ser
posible que no tengas ni una moneda?-dijo Luismy muy asombrado.
-Yo no he dicho
tal cosa-replica Auxi-De hecho tengo 2,35 euros en monedas.
Ahí
permanecieron Tomás y Luismy un largo rato, intentando averiguar el dilema…
Mientras tanto
en la mesa estábamos los demás.
-Si no estamos
todos va a ser muy difícil decidir si cenaremos pollo el domingo de feria, porque puede que algunos
no puedan o no quieran-apuntó Manolo.
-¿Pero qué hacen
estos dos en la barra tanto rato?-preguntaba Alberto mientras señalaba hacia
Tomás y Luismy.
-Algún problema
tienen con unas monedas…-respondió Isidro algo dudoso.
-Como creo que Tomás
y Luismy tardarán un rato en averiguar el problema-exclamé al momento-os voy a
proponer unas adivinanzas con palillos muy entretenidas, a ver quién las
acierta antes.
Minerva empezó a
mirar hacia todos lados, no le gustan las adivinanzas, pero a pesar de todo la
curiosidad le pudo. Cogí unos palillos que había por allí.
-El primero es muy
sencillo. Moviendo solo dos palillos, hay que conseguir que la aceituna esté
dentro de la “U” del tenedor. Y por supuesto la aceituna no puede moverse.
-Y el segundo. Cambiando
de sitio dos palillos, tenéis que convertir estos cinco cuadrados en cuatro,
iguales todos. Usándose todos los palillos en toda su longitud, que no sobre
ninguno.
Cuando todos
estaban moviendo los palillos de un lado a otro intentando averiguar las
soluciones, aparecen por la puerta mi hermana Natalia y mi prima Ana, con sus
respectivas caras de dormidas.
-¿Qué
hacéis?-preguntó Ana.
Nadie le
respondía, pues estaban todos concentrados en los palillos, excepto Cristina,
que más que pendiente de los palillos no le quitaba ojo a la pequeña Daniela,
que no paraba de trastear todo.
-Pues nada-dijo
Bárbara al fin-aquí estamos intentando resolver unos problemas con palillos…
-¡Hablando de problemas!-exclamó mi hermana-Ha llegado
hoy mi padre a casa con una contrariedad, a ver si entre todos se la podemos
solucionar. Tiene una plataforma de hormigón rodeada por un foso de 3 metros-se
dispuso a dibujar el croquis en una servilleta.
-Para poder pasar
a la plataforma de hormigón-continuó Natalia explicando- decidió encargar al carpintero
dos resistentes tablones de madera con los que poder tender una pasarela. Pero,
lamentablemente, el carpintero le entendió mal. Mi padre encargó dos tablones
para salvar una medida de 3 metros y el carpintero pensó que los tablones
debían tener una medida de 3 metros. Por lo tanto no le queda el menor margen
para apoyarlos a ambos lados del foso.
-Que encargue
unos nuevos-comentó Bárbara
-Como empieza ya
la feria, se tendrá que apañar con los que tiene-apuntó Natalia
-Puede
apañárselas-dijo una voz al fondo-es muy sencillo…
Un rato en el bar
nos ha bastado para tener ejercitadas nuestras mentes durante todos los días de
feria.
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